Mi trayectoria en Santo Tomás ha sido verdaderamente interesante y llena de momentos significativos. Todo comenzó en Cepsa, una institución que aún recuerdo y aprecio profundamente. En esos días, Cepsa era parte del mismo holding que ahora constituye Santo Tomás, aunque estaba dividido en PROPAM, CIDEC y CEPSA. Mi experiencia se centró en CEPSA, dedicada exclusivamente a carreras del área de la salud. Aunque éramos la más pequeña de las tres entidades, nos distinguía una conexión única y un compromiso inquebrantable.
En el año 2008, Cepsa se integró finalmente a Santo Tomás, consolidando aún más nuestra familia educativa. Durante aquellos años, enfrentamos desafíos considerables para obtener la acreditación como Cepsa. Aunque luchamos incansablemente, la institución tomó la decisión de que nos convirtiéramos en Santo Tomás. Sin embargo, este cambio no solo marcó el fin de una etapa, sino que también representó un nuevo comienzo, ya que experimenté un fuerte respaldo por parte de Santo Tomás, que me brindó oportunidades en diversos cargos.
A lo largo de mi tiempo aquí, he desempeñado varios roles dentro de la institución, desde ser jefa de carrera hasta impartir clases en diferentes programas. Los recuerdos más hermosos que guardo de esos años son la unidad y la lucha constante que compartimos como equipo. Trabajamos juntos durante 15 años bajo la dirección de una rectora que, hasta el día de hoy, lidera Santo Tomás Puente Alto. La cohesión de nuestro equipo era palpable, y esa sensación de pertenencia y colaboración sigue siendo inolvidable para mí.
He sido testigo del crecimiento exponencial de Santo Tomás. Desde los días en que éramos una entidad más pequeña, hasta convertirnos en una institución educativa de renombre, he visto cómo hemos evolucionado. Aunque ahora enfrentamos más procesos y protocolos, no hemos perdido esa esencia de trabajo en equipo y unidad que siempre caracterizó a Santo Tomás.
Parte fundamental de nuestra oferta educativa es la posibilidad de que nuestros alumnos realicen sus prácticas en campos en convenio. Esta ventaja es un factor diferenciador, ya que contamos con más de 500 campos clínicos a nivel nacional. Los estudiantes de Santo Tomás tienen el privilegio de acceder a hospitales de alta complejidad y campos privados, gracias a los convenios establecidos. Este enfoque en la calidad de las prácticas clínicas se traduce en una formación integral y en la preparación de profesionales altamente competentes.
La unificación de las sedes de Santo Tomás ha sido un hito fundamental en mi experiencia. Las reuniones entre sedes nos permitieron comprender que podíamos compartir cupos y convenios, abriendo nuevas posibilidades y fortaleciendo nuestras colaboraciones. La creación de nuevos cargos, como el de los coordinadores de campo, ha contribuido a ordenar y fortalecer la estructura interna de Santo Tomás.
Este proceso de cambio, desde un trabajo disgregado hasta un esfuerzo conjunto y unificado, ha sido una de las transformaciones más notables que he presenciado en Santo Tomás. Nos hemos convertido en un equipo sólido, trabajando en armonía hacia un objetivo común: la mejora continua y la acreditación. Mi compromiso con esta institución perdura, y estoy agradecida por formar parte de una comunidad educativa que valora la excelencia y el trabajo colaborativo.