Mi vinculación con la Universidad Santo Tomás comenzó a fines del año 99. Mi trayectoria en esta institución ha sido diversa y enriquecedora, desempeñándome como vicerrector académico y, posteriormente, como rector de la Universidad, el Instituto Profesional (IP) y el Centro de Formación Técnica (CFT). Mi participación abarcó desde el año 2000 hasta el 2018, primero como vicerrector y luego como rector de las tres entidades.
Mi decisión de unirme a Santo Tomás fue, en cierto modo, apresurada. En ese momento, estaba trabajando en una consultora financiera tras mi experiencia en la Universidad de Chile. Sentía la necesidad de encontrar un propósito más significativo en mi carrera profesional, y la invitación a formar parte de este proyecto universitario surgió como una oportunidad inesperada. No investigué demasiado sobre la institución antes de aceptar el cargo, confié en quien me extendió la invitación y me embarqué en una experiencia completamente desconocida.
Al ingresar, me encontré con una universidad que operaba de manera independiente del IP y el CFT, debido a normativas regulatorias que exigían separación entre estas entidades. La universidad contaba con alrededor de cuatro mil estudiantes y estaba ubicada únicamente en Ejército. En ese momento, yo tenía alrededor de 40 años y aún me quedaba un extenso periodo laboral por delante. Sin embargo, sentía la necesidad de aportar algo más significativo al país, y la universidad se presentó como la oportunidad perfecta para hacerlo.
El proceso de expansión fue una etapa clave en mi gestión. Obtener autonomía permitió a la universidad compartir espacios con el IP y el CFT, que ya estaban presentes en todo Chile. Esta expansión no solo fortaleció a la universidad, sino que también brindó apoyo al IP y al CFT, que se encontraban en regiones y podrían haber enfrentado desafíos competitivos sin la presencia de la universidad.
En 2007, asumí el cargo de rector en un periodo que implicó enormes desafíos. La institución estaba presente en todo Chile, con equipos en diferentes ciudades y sedes. La tarea de construir equipos, contratar personal académico y administrativo, y gestionar el crecimiento fue una experiencia gratificante y enriquecedora. Fue necesario recorrer el país para armar equipos sólidos y conocer la realidad de las distintas sedes.
Uno de los hitos importantes durante mi gestión fue el proceso de autonomía, liderado junto a Aníbal Vial en 2003. Esta autonomía marcó un cambio significativo y fue un logro importante para la institución. También destaco la fortaleza internacional de Santo Tomás, especialmente en el vínculo desarrollado con China, donde se establecieron experiencias educativas e investigativas potentes.
Mi periodo como rector estuvo marcado por el compromiso con la formación de profesionales y la generación de conocimiento. El sello valórico que se ha impregnado en la institución desde sus inicios, con la presencia del Capellán y consagradas, es algo que siempre he valorado.
La expansión a diferentes ciudades y la apertura a lo internacional fueron procesos detallados que implicaron análisis de mercado, infraestructuras y disposición de equipos locales. Fue gratificante ver cómo el entusiasmo y deseo de formar parte de la universidad llevaron a la instalación de sedes en diversas localidades.
Para finalizar, mi experiencia en la Universidad Santo Tomás ha sido una travesía llena de desafíos y logros significativos. Desde la autonomía hasta la expansión nacional e internacional, he sido testigo y partícipe del crecimiento y desarrollo de esta institución, siempre enfocada en su misión de formar profesionales con sentido y contribuir al país.