Creo firmemente en la importancia de que una institución de educación superior se autoevalúe, analice su entorno y defina objetivos para avanzar hacia metas concretas. Este proceso de reflexión interna y mejora continua es fundamental para el crecimiento y la evolución de cualquier institución educativa. En este sentido, la acreditación juega un papel crucial al respaldar y acompañar a la institución en este viaje de autorregulación.
Lo que destaco de la Universidad Santo Tomás a lo largo de su historia es su compromiso constante con la mejora continua. La institución ha abrazado los procesos de acreditación, buscando la mirada externa y el asesoramiento de expertos para mejorar sus procesos. El último ciclo de acreditación, donde las tres instituciones obtuvieron la acreditación a nivel avanzado, marca un hito en la consolidación de una cultura de autorregulación y mejora constante.
La calidad, para nosotros, va más allá de simples estándares. Se trata de brindar una experiencia transformadora para los estudiantes. La calidad se manifiesta en permitir oportunidades de acceso, acompañarlos en su formación y apoyarlos para que alcancen sus metas. La obtención del título y la inserción laboral deben ser auténticas transformaciones para ellos. Este enfoque se traduce en un sello específico de Santo Tomás: la preocupación genuina por el otro, la creación de un ambiente de respeto, inclusión y colaboración en todos los niveles.
El desafío permanente en el Aseguramiento de la Calidad, especialmente en una institución extendida territorialmente como Santo Tomás, es lograr resultados equivalentes en todas las sedes y carreras a lo largo del territorio. Garantizar la equivalencia en los procesos formativos implica implementar mecanismos académicos detallados para asegurar que los aprendizajes de los estudiantes sean uniformes. Además, en un contexto donde se nos pide que las actividades estén conectadas con las comunidades locales, surge el desafío estratégico de lograr simultáneamente la equivalencia y la conexión con las comunidades territoriales.
En términos de planificación estratégica, nuestro enfoque se centra en transformar las vidas de los estudiantes para que, a su vez, puedan transformar sus entornos. La retención de primer año ha sido un logro significativo, superando los promedios del sistema. Sin embargo, la responsabilidad ahora es asegurarnos de que esos estudiantes que permanecen en la institución logren titularse y desarrollen planes de vida acordes a sus objetivos.
La contribución de Santo Tomás al desarrollo del país se refleja principalmente en la formación de graduados con competencias personales, de aprendizaje, profesionales y valóricas. Esta contribución es fundamental, y no podemos perder de vista su importancia. Además, como instituciones de educación superior, también tenemos la responsabilidad de contribuir al desarrollo de las comunidades regionales mediante la vinculación con el medio, la producción de conocimiento a través de la investigación y la aplicación de ese conocimiento mediante la innovación.
En términos de innovación educativa, hemos adoptado nuevos formatos, como la creación de la sede online y la transición del posgrado a un formato semipresencial. Estos cambios responden a la necesidad de adaptarnos a las demandas actuales y desarrollar nuevos métodos educativos.
Mi llegada a Santo Tomás en 2018 coincidió con importantes logros, como la acreditación de las tres instituciones y la adquisición de la gratuidad. Estamos enfocados en desafíos más ambiciosos, como convertirnos en una institución de calidad transformadora y referente nacional en la vinculación con el medio, la gestión y el aseguramiento de la calidad, así como en investigación aplicada e innovación. Nuestro objetivo es que las tres instituciones de Santo Tomás sean reconocidas como líderes en prestigio, calidad e impacto a nivel nacional.