Soy egresado de dos carreras, la primera en Técnico en Prevención de Riesgos y la segunda como Técnico en Nivel Superior de Enfermería, ambas obtenidas en la sede de Iquique. Actualmente, desempeño mi labor en seguridad industrial para una empresa que se dedica tanto a la prevención como a la promoción de salud en la minera Collahuasi. Además, soy Técnico en Enfermería (TENS) en un SAPU local de Iquique, e iniciaré como docente en Santo Tomás, impartiendo clases en la carrera técnico en educación diferencial, específicamente en primeros auxilios y prevención.
Mi travesía en Santo Tomás comenzó en la sede de Antofagasta, donde decidí estudiar Prevención de Riesgos. Fue una elección motivada, en parte, por la situación económica familiar, ya que mi madre se comprometió a costearme la carrera bajo la condición de buscar una universidad. Aunque inicialmente había quedado en la UCN, no pude ingresar por cuestiones económicas, así que busqué otras opciones y la primera que surgió fue Santo Tomás. Sin dudarlo, me inscribí y comencé mi viaje académico.
La transición de Antofagasta a Iquique se debió a mi interés en el fútbol, y una vez instalado en Iquique, completé mis estudios en ambas carreras. Desde temprana edad, siempre estuve involucrado en actividades voluntarias, desde los bomberos a Techo para Chile y El Hogar de Cristo. Mi participación en estas iniciativas fue un factor clave en mi experiencia universitaria.
En Santo Tomás, descubrí oportunidades de trabajo voluntario que me atrajeron de inmediato. La universidad ofrecía un entorno similar al colegio, donde siempre participé activamente. Aunque al principio solo “tanteaba el terreno”, pronto me involucré en diversas actividades extracurriculares y descubrí la esencia de Santo Tomás desde mi perspectiva.
Mis logros académicos, mantenidos gracias a una promesa personal a mi madre, reflejaban mi dedicación y enfoque. Participé en trabajos voluntarios y actividades sociales, guiado por los valores inculcados por mi familia, especialmente después de la pérdida de mi padre, quien era bombero.
El reconocimiento como “sello” de Santo Tomás fue una experiencia impactante, que luego se tradujo en la oportunidad de representar a la universidad en un viaje a África. El viaje a Etiopía marcó un antes y un después en mi perspectiva de la vida y la ayuda social. Al regresar, decidí crear el voluntariado PAYU, centrado en formar futuros profesionales con vocación de servicio.
La conexión entre mi vida y Santo Tomás es innegable. A pesar de las percepciones sobre las universidades privadas en mi época, estoy convencido de que la calidad de la educación no radica solo en los conocimientos técnicos, sino en las habilidades blandas y los valores que la institución imparte a los futuros profesionales. Esta filosofía se refleja en mi trabajo actual en el ámbito minero, donde llevo con orgullo el sello característico de haber estudiado en Santo Tomás. No me arrepiento en absoluto de esta elección, ya que la experiencia y los valores adquiridos siguen guiando mi carrera y mi compromiso con la ayuda social.