Desde el principio, una de nuestras principales motivaciones fue formar parte de un proyecto que vislumbramos como un catalizador crucial para el progreso nacional. La idea de ser agentes de cambio en una institución que brinda acceso a la educación superior a miles de jóvenes, ofreciéndoles oportunidades que de otra manera no tendrían, nos cautivó y se convirtió en una ilusión que deseábamos materializar.
Durante el período de consolidación en el que estuve involucrado, identificamos y alcanzamos hitos significativos. La reorganización que separó el Instituto Profesional y el Centro de Formación Técnica de la Universidad fue un paso clave. Esta medida nos permitió fortalecer ambas instituciones técnico-profesionales y concentrarnos en mejorar la infraestructura y la calidad académica en nuestras veinte sedes a nivel nacional.
Además, reforzamos la gobernabilidad con la incorporación de directores externos con experiencia en diversas áreas, y con orgullo, dimos la bienvenida a nuestra primera rectora mujer, María Olivia Recart. Nuestra labor también se extendió hacia la creación de un vínculo más estrecho entre nuestras sedes y las comunidades que sirven, abordando los desafíos que enfrentan estas comunidades y promoviendo soluciones innovadoras por parte de nuestros alumnos.
La transformación de nuestras instituciones en corporaciones sin fines de lucro y la acreditación de las tres instituciones entre las mejores del país fueron logros que nos permitieron acceder a la gratuidad. Este paso es esencial para asegurar que podamos continuar ofreciendo oportunidades educativas a miles de jóvenes, garantizando que la educación superior sea accesible.
Considero que el impacto de Santo Tomás en el desarrollo del país es significativo, especialmente debido a nuestra presencia nacional única y la conexión profunda con comunidades vulnerables. Nuestros alumnos, en su mayoría provenientes de estas comunidades, tienen la oportunidad de ser agentes de innovación social, generando proyectos que aborden las necesidades locales.
En retrospectiva, a pesar de los desafíos y dificultades a lo largo del camino, estoy sumamente orgulloso de la etapa de consolidación y transformación que experimentó Santo Tomás. Creo que la institución está bien posicionada para continuar creciendo y generando un impacto sustancial en nuestra sociedad. Este proceso ha sido una experiencia enriquecedora y satisfactoria, y me llena de orgullo haber sido parte fundamental de este viaje.