Mi vínculo con esta institución comenzó en el año 2002, apenas unos días después de completar mi doctorado en la Universidad Católica. Desde entonces, he tenido el privilegio de ser testigo y protagonista de un crecimiento notorio en diversos ámbitos.
Cuando llegué a Santo Tomás, asumí la responsabilidad de liderar la Unidad de Investigación y Extensión del Departamento de Ciencias Básicas. En aquel entonces, la investigación en la universidad era incipiente, y decidí tomar el desafío de impulsarla. A lo largo del tiempo, hemos logrado avances notables en este campo, consolidando a Santo Tomás como una institución comprometida con el desarrollo científico.
Mi doctorado en Ecología Marina me llevó a involucrarme con el humedal Bahía Lomas, un ecosistema singular que se encuentra en Tierra del Fuego. Esta conexión dio origen al Centro Bahía Lomas de la Universidad Santo Tomás en el año 2003. Hoy en día, el Centro cuenta con un equipo de aproximadamente 12 personas, entre investigadores y personal encargado de coordinar las labores en terreno. Bahía Lomas es ahora un santuario de la naturaleza, y la Universidad Santo Tomás tiene el honor de administrarlo. Esta experiencia ha pasado de ser un proyecto personal a convertirse en una institución en pleno funcionamiento, dedicada a la conservación de este sitio y de las especies que lo habitan.
Mi compromiso con Bahía Lomas va más allá de una labor laboral, se ha convertido en una forma de vida. Involucro a mi familia en este proyecto, desde mi esposo, quien es fotógrafo y ha capturado la belleza de este ecosistema, hasta mi hija, quien desde temprana edad ha experimentado y aprendido en este entorno.
Uno de los aspectos más gratificantes de mi experiencia en Santo Tomás ha sido la posibilidad de formar a jóvenes talentosos. Motivar y estimular su interés en proyectos desafiantes, especialmente en lugares de condiciones extremas como Tierra del Fuego, ha sido un privilegio.
El establecimiento del doctorado en Ciencias Ambientales y de la Conservación en 2014 marcó un hito en la institución. Desde su inicio en 2017, el programa ha experimentado un crecimiento sostenido, con la participación activa de 28 estudiantes en la actualidad. No solo hemos sido capaces de expandir nuestra oferta educativa, sino que también hemos obtenido la acreditación en un tiempo récord, un logro del que estamos profundamente orgullosos.
Desde la Facultad de Ciencias, he sido testigo del progreso de los estudiantes desde sus primeros años hasta su titulación. Es especialmente gratificante observar cómo aquellos que al principio enfrentaban desafíos en áreas como matemáticas y química, logran superarlos y desarrollarse académicamente.
A nivel de posgrado, los estudiantes del doctorado están demostrando su valía al aportar soluciones concretas a los problemas ambientales. Recientemente, uno de nuestros egresados fue designado Ministro en el Tribunal Ambiental, un logro que no solo nos llena de orgullo, sino que también refleja la calidad de la formación que reciben en Santo Tomás.
Desde una perspectiva corporativa, el crecimiento de la Facultad de Ciencias ha sido impresionante. Lo que comenzó como una modesta unidad de investigación, ha evolucionado hasta convertirse en nueve centros de investigación con sólidas alianzas a nivel nacional e internacional. Este crecimiento es un testimonio del compromiso de Santo Tomás con la excelencia académica y científica.