Formo parte de la Junta Directiva de la Universidad Santo Tomás, así como de los consejos directivos del Instituto Profesional y el Centro de Formación Técnica Santo Tomás. Mi involucramiento en estas instancias coincidió con un momento crucial para la institución, marcado por cambios significativos en el gobierno corporativo y procesos de acreditación institucional.
En los primeros meses, la institución estaba inmersa en una transformación, pasando a ser entidades sin fines de lucro. Este periodo también contempló la entrada de miembros independientes a la Junta y a los consejos, junto con un ciclo de acreditaciones de tres años en las tres instituciones. La complejidad de estos desafíos se vio exacerbada por eventos inesperados como el estallido social y la pandemia del 2020.
Como parte de la Junta, asumí la tarea de liderar el proceso de acreditación, un trabajo técnico que abarcó desde el plan estratégico hasta los indicadores de calidad. A pesar de la adversidad, logramos extender la acreditación a cuatro y cinco años en la universidad, un logro poco común en el sistema educativo.
Mi experiencia en Santo Tomás se ha caracterizado por la autenticidad y profundidad con la que se vive el compromiso con una educación centrada en el estudiante. La cultura institucional, arraigada en la realidad de cambiar vidas de personas reales de Arica a Punta Arenas, es palpable en cada decisión y acción tomada.
Durante la pandemia, tuve la oportunidad de recorrer todas las sedes de Santo Tomás en el país, donde pude sentir de manera vívida el impacto de la institución en la sociedad. La capacidad de reacción y compromiso demostrados durante esos momentos difíciles reflejaron los valores y la calidad humana de las personas que conforman Santo Tomás.
A medida que avanzamos, observo una complejización de las funciones de la institución, incorporando áreas como investigación, innovación y vinculación con el medio. Esta diversificación, aunque desafiante, enriquece la labor educativa y permite una mayor sinergia entre las instituciones técnicas y la universidad.
El futuro de Santo Tomás implica continuar con los valores fundamentales de centrarse en la persona y en la calidad educativa. La consolidación de nuevas áreas, como la investigación y la innovación, se presenta como una oportunidad para asumir un papel más protagónico en la educación técnico-profesional en Chile.
En resumen, mi experiencia en Santo Tomás ha estado marcada por la adaptabilidad ante los desafíos, la consolidación de la calidad educativa y la proyección hacia nuevos horizontes, siempre con el compromiso de cambiar vidas y contribuir al desarrollo del país.