Al nacer, tuve un problema en la mano y perdí el pulgar, también experimenté piequino, una condición conocida como piebot. A lo largo de 18 años, encontré apoyo y tratamiento en la Teletón, una institución que se convirtió en una parte fundamental de mi vida.
La infancia fue una etapa complicada, lidiando con ciertas limitaciones y enfrentando las miradas y preguntas de otros niños. El colegio presentó sus propios desafíos, pero fue en la universidad donde realmente florecí. Aunque me costaba mantenerme concentrado, me apasioné por la carrera que elegí. A pesar de un traspié en un ramo que detestaba (¡sonido!), la universidad se convirtió en un espacio donde hice grandes amigos y descubrí mi amor por mi profesión.
Mi experiencia en Santo Tomás dejó una marca significativa en mi vida. La conexión especial que compartí con mi curso y la transversalidad en edades crearon una dinámica enriquecedora. Con compañeros mayores, algunos de la edad de mis hermanos mayores, la diversidad en el aula fue algo que valoré profundamente. Además, los profesores, muchos de los cuales tenían experiencia en el campo, nos brindaron una base sólida que resultó invaluable en mi carrera profesional actual.
El espíritu de una sede más pequeña generó un ambiente cercano y amigable, donde disfruté cada momento de mi formación académica. Mis aspiraciones profesionales se dirigían hacia la producción, y durante mi práctica como asistente de dirección, me sumergí en un mundo nuevo y emocionante. Aunque inicialmente sentí miedo, la base sólida que adquirí en el instituto en Talca fue fundamental para enfrentar los desafíos.
Actualmente, trabajo en el campo de la producción, y más allá de las habilidades técnicas, creo firmemente en la importancia de la conexión humana. Le transmito a mi asistente la relevancia de ser una buena persona, de saber pedir las cosas y llegar a la gente. Más allá de cualquier talento técnico, considero que lo fundamental radica en la parte humana, en tener compañeros y colaboradores que sean buenos seres humanos. Mi experiencia en Santo Tomás no solo me proporcionó una educación de calidad, sino que también me conectó con personas increíbles, incluyendo profesores que hoy son amigos, y me brindó la motivación para seguir adelante con determinación.