A lo largo de muchos años, desempeñé el rol de Director Ejecutivo, una posición clave que establece la conexión entre la Junta de Consejos y las diversas organizaciones dentro de Santo Tomás. Mi experiencia en este cargo me ha permitido presenciar la evolución y los desafíos inherentes a la transición de controladores o sostenedores en la institución.
Al inicio, me encontré con una organización poderosa y bien estructurada, con objetivos y propósitos claramente definidos. La transición hacia nuevos controladores, o sostenedores, planteó la necesidad de evaluar si los objetivos y propósitos existentes en la organización se alineaban con los del nuevo liderazgo. Afortunadamente, encontramos una comunión de intenciones y proyecciones, lo que facilitó la adaptación a los cambios necesarios en las formas de actuación, juntas y consejos.
Durante este proceso de transición, algunos aspectos de la misión, visión y objetivos fueron revisados y reescritos para reflejar la nueva dirección de la institución. Sin embargo, la esencia y la mayoría de las directrices originales se mantuvieron intactas, proporcionando continuidad y coherencia a la labor educativa de la institución.
Como institución dedicada a la formación de jóvenes, Santo Tomás tiene un propósito fundamental: preparar a los estudiantes para que sean un aporte significativo tanto para ellos mismos como para la sociedad. Más allá de cumplir con normativas y regulaciones, nuestra visión se centra en cultivar valores sólidos en los estudiantes. La ética, la moral, la visión país y la responsabilidad social son elementos fundamentales que trascienden las exigencias regulatorias.
El compromiso con la formación de profesionales íntegros y comprometidos con la sociedad se refleja en diversas áreas, incluida la salud. Me enorgullece saber que, al visitar instalaciones de atención médica, es probable encontrar profesionales formados en instituciones de Santo Tomás. Este sello distintivo, caracterizado por una atención centrada en la persona y guiada por valores éticos, es un testimonio del impacto positivo que buscamos lograr en la sociedad.
Si bien el futuro presenta múltiples dimensiones en constante cambio, hay aspectos fundamentales que no deben modificarse. La necesidad de formar jóvenes con valores perdurables sigue siendo primordial, independientemente de la evolución de los conocimientos y las tecnologías. La educación online, aunque cada vez más relevante, debe equilibrarse con la presencialidad y la interacción humana, aspectos que siempre serán esenciales en el proceso educativo.
Mi experiencia en la institución ha sido gratificante y ha impactado no solo mi vida profesional sino también mi perspectiva personal. Aunque no he tenido la oportunidad de impartir clases directamente, la esencia de mi trabajo en Santo Tomás ha influido en mi enfoque, priorizando a las personas sobre lo material. La importancia de los estudiantes y su formación ha sido una constante en mi carrera, y considero que somos pequeños artífices de una gran obra. Ninguno de nosotros es indispensable, pero la forma en que cada uno aporta a la organización contribuye a construir un propósito compartido que trasciende a individuos y se convierte en la esencia misma de Santo Tomás.