Trabajar en Santo Tomás ha sido una experiencia transformadora para mí, marcada por el distintivo sello tomasino que impregna todas nuestras acciones. Siempre he afirmado que los alumnos de Santo Tomás son únicos en comparación con los de otras instituciones de educación superior. Este carácter distintivo se origina en el capital humano, en el valor que cada uno de nosotros aporta y que se refleja en todos los aspectos de nuestra labor.
Desde la interacción de los directores académicos con los estudiantes hasta la apertura de puertas por parte de los directores y jefes de carrera, y la constante atención de los profesores hacia las necesidades individuales de los alumnos, se evidencian los valores arraigados en nuestra institución. El compromiso de todos nosotros, desde los docentes hasta el personal administrativo, en ayudar a los estudiantes es una manifestación clara de estos valores tomasinos.
Para mí, lo más positivo de Santo Tomás es el valor tomasino, que he descubierto y apreciado a medida que he crecido como profesional en la institución. Mis mayores crecimientos personal y valórico han sido proporcionados por Santo Tomás, y esto es algo que valoro profundamente. Aunque enfrentamos desafíos, como la infraestructura actual, cada proceso de acreditación ha sido motivo de celebración para todos los que contribuyen al crecimiento de la institución.
El trabajo en equipo es una de nuestras fortalezas, y creo firmemente que todas las iniciativas grupales en las que participamos tienen un éxito rotundo. Desde procesos de acreditación hasta la inauguración del Centro de Atención Académico Profesional en la sede de Iquique, cada logro refleja la dedicación de todos los que formamos parte de Santo Tomás.
A lo largo de los años, hemos vivido momentos de crecimiento y consolidación. Aunque enfrentamos desafíos en términos de infraestructura, la madurez y la experiencia adquirida nos han permitido superarlos con éxito. La consolidación de la institución se refleja en los procesos de admisión, con personas dispuestas a pagar lo que sea para que sus hijos estudien en Santo Tomás.
Personalmente, mi trayectoria en Santo Tomás ha sido un viaje de crecimiento paralelo. Comencé como asistente de docencia vespertino sin experiencia en educación y ahora, no solo manejo agendas, sino que también contribuyo con ideas, gestiono y apoyo diversas áreas durante distintos momentos del año. Santo Tomás no es solo un lugar de trabajo para mí; es todo. Este crecimiento continuo es un testimonio de la dedicación y el esfuerzo colectivo que define a nuestra institución.