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Soñar

Directora Académica de Santo Tomás, sede Viña del Mar

(1993 – 2016)

Soñar

EL PROCESO DE AUTONOMÍA SE VIVIÓ A NIVEL DIRECTIVO, ADMINISTRATIVO, DE LOS PROFESORES Y TAMBIÉN DE LOS ESTUDIANTES Y HABÍA QUE OCUPARSE DE TODOS ESOS FRENTES Y TRABAJAR EN EQUIPO. OBTENER LA AUTONOMÍA FUE UN PROCESO DE MUCHO CORAJE Y DE UNA ENTREGA ENORME, PORQUE LOGRARLO NOS PERMITÍA POSTULAR A NUEVAS COSAS, A SER MÁS GRANDES. ESE FUE EL INICIO DEL SANTO TOMÁS QUE CONOCEMOS HOY. EN CIERTA MEDIDA FUERON MOMENTOS ESTRESANTES, PERO CUANDO LO LOGRAMOS, LA RECOMPENSA FUE ENORME.

EL PROCESO DE AUTONOMÍA SE VIVIÓ A NIVEL DIRECTIVO, ADMINISTRATIVO, DE LOS PROFESORES Y TAMBIÉN DE LOS ESTUDIANTES Y HABÍA QUE OCUPARSE DE TODOS ESOS FRENTES Y TRABAJAR EN EQUIPO. OBTENER LA AUTONOMÍA FUE UN PROCESO DE MUCHO CORAJE Y DE UNA ENTREGA ENORME, PORQUE LOGRARLO NOS PERMITÍA POSTULAR A NUEVAS COSAS, A SER MÁS GRANDES. ESE

En Santo Tomás no sólo se veía a los alumnos como estudiantes, sino como personas con una realidad más allá de lo académico. Recuerdo una convención en que Gerardo Rocha hizo la pregunta: ¿qué es lo más importante en nuestra institución? Muchas manos se levantaron y cada persona tocaba muy buenos temas y reflexiones -yo calladita porque estaba recién llegada- y después de escucharlos, dijo: “el alumno, ese es el centro de nuestra institución”.

FUE EL INICIO DEL SANTO TOMÁS QUE CONOCEMOS HOY. EN CIERTA MEDIDA FUERON MOMENTOS ESTRESANTES, PERO CUANDO LO LOGRAMOS, LA RECOMPENSA FUE ENORME.

La autonomía no solo fue un logro institucional, sino que una experiencia enriquecedora

A lo largo de mi carrera, he tenido el privilegio de desempeñar el rol de Directora Académica, primero en el Centro de Formación Técnica Propam en Talca, desde 1993 hasta 2001, y posteriormente en Santo Tomás en Viña del Mar desde el 2001. Mi trayectoria ha estado marcada por desafíos y logros significativos que han contribuido a mi desarrollo profesional.

Mi vínculo con Propam comenzó gracias a un colega que era el rector en ese momento. Su llamado me llevó a dejar la Universidad de Talca, una institución pública, para unirme a una institución privada. Este cambio significativo me llevó a experimentar dos mundos educativos muy distintos. En Propam, una institución más pequeña y orientada a la eficiencia en el uso de recursos, aprendí a gestionar de manera más criteriosa y racional los recursos, una habilidad que posteriormente resultó invaluable.

El ambiente familiar de Propam también fue notable, donde recuerdo personas fundamentales como la señora Nora Schultz y Patricio Cepeda, quienes contribuyeron a crear un entorno unido y afectuoso. Proveniente de una carrera de salud, donde la educación es altamente personalizada, encontré en Santo Tomás un enfoque centrado en el alumno, lo cual resonó profundamente conmigo.

Participar en la transición de Propam a Santo Tomás fue un proceso fascinante. A medida que la institución se transformaba en una corporación más grande, nos capacitábamos constantemente para cumplir con las nuevas exigencias ministeriales y estándares de calidad. La pregunta clave del presidente fundador, Gerardo Rocha, sobre lo más importante en la institución, nos recordaba a todos que el alumno era el centro de nuestras operaciones.

La obtención de la autonomía y la posterior acreditación exigieron coraje y dedicación, y nos enfrentamos a desafíos en todos los estamentos: directivos, profesores y estudiantes. El trabajo en equipo fue esencial, asegurándonos de que cada área estuviera a la altura de los estándares. Este proceso, aunque estresante en ciertos momentos, nos brindó una recompensa enorme y permitió a Santo Tomás postular a nuevos proyectos y metas más ambiciosas.

En este viaje, siempre sentí un fuerte respaldo de la Casa Central, incluso cuando estábamos en regiones. La autonomía no solo fue un logro institucional, sino también una experiencia enriquecedora y un testimonio del compromiso de todos los estamentos hacia la excelencia educativa.

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El proceso de autonomía se vivió a nivel directivo, administrativo, de los profesores y también de los estudiantes y había que ocuparse de todos esos frentes y trabajar en equipo. obtener la autonomía fue un proceso de mucho coraje y de una entrega enorme, porque lograrlo nos permitía postular a nuevas cosas, a ser más grandes. Ese fue el inicio del Santo Tomás que conocemos hoy. En cierta medida fueron momentos estresantes, pero cuando lo logramos, la recompensa fue enorme.
Lidia Herrera

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