Soy psicólogo egresado de la Universidad de Santo Tomás. Mi entrada a la carrera fue más un salto hacia lo desconocido que una elección consciente de la psicología. Lo que me atrajo inicialmente fue la diversidad que ofrecía la malla curricular, la posibilidad de explorar diferentes corrientes psicológicas sin limitarme a una sola línea. A mis 19 años, esa diversidad me pareció clave para tomar decisiones informadas sobre mis gustos y preferencias.
Mi periodo universitario fue una experiencia enriquecedora. Al ser oriundo de fuera de Santiago, me sorprendió gratamente descubrir que no estaba solo. Compartí la experiencia con compañeros de diversas regiones, lo que hizo mi inducción al mundo universitario y a la vida en la capital mucho más acogedora. La diversidad, tanto geográfica como social, marcó la pauta de mi experiencia universitaria y me hizo sentir cómodo y preparado para enfrentar los desafíos académicos.
Después de mi paso por la universidad, la vida me llevó por caminos inesperados. En un momento crítico, decidí emprender y cambiar mi destino. A pesar de los temores y la incertidumbre, fundé Fracasolab, la primera consultora en Chile dedicada a la gestión de fracasos. Este proyecto nació de la necesidad de reinventarme cuando me vi expulsado de una empresa, enfrentándome a la posibilidad de quedarme sin redes de apoyo. Seis años después, todavía me asombra el hecho de que Fracasolab sigue creciendo, generando empleo y contribuyendo a proyectos significativos.
Mi perspectiva actual, como académico en universidades del sur, me hace apreciar la importancia de la diversidad en la educación superior. En mi labor docente, busco replicar la cercanía y apertura que experimenté como estudiante. La diversidad en la institución no solo me brindó oportunidades para explorar mis intereses, sino que también me liberó de sentirme juzgado por mis notas o ideas.
En el futuro, me visualizo viviendo en el sur, siguiendo mi trayectoria académica y liderando un equipo más grande en Fracasolab. Mi sueño no es acumular riqueza, sino mantenerme conectado con mi propósito y disfrutar de una vida más tranquila y desafiante. En diez años, me veo motivando a otros, explorando nuevos proyectos y experimentando con nuevas ideas. La psicología, que descubrí como una opción para trabajar a nivel colectivo, sigue siendo mi pasión, y amo la posibilidad de cambiar vidas en diversos escenarios más allá del diván tradicional.