Llegué a Santo Tomás con la intención de estudiar ingeniería comercial, aunque en realidad, la vida me llevó a ese camino. En mis años de colegio, mis pensamientos se inclinaban hacia disciplinas como filosofía y psicología, áreas completamente ajenas al mundo de la ingeniería comercial. Sin embargo, las circunstancias familiares me llevaron a buscar una carrera que estuviera cerca de mi lugar de trabajo en ese momento, y Santo Tomás se presentó como una opción accesible y acogedora en el año 2002.
Al ingresar a la universidad, proveniente del ámbito de las humanidades, enfrenté un desafío al sumergirme en materias como cálculo, completamente diferentes a las que había estudiado previamente. Sin embargo, desde el primer momento, sentí una increíble acogida en Santo Tomás. Antes de comenzar la carrera, tuvimos un curso de precálculo que sirvió como introducción a las matemáticas, proporcionándonos un repaso de las bases fundamentales. Esta etapa fue esencial para enfrentar con seguridad los primeros ramos en marzo, ya que me permitió sentir que mis conocimientos eran suficientes para abordar la carrera.
El sello de la universidad, en mi opinión, se conecta profundamente con los valores personales y la capacidad de exigir, valorar y apoyar. Esta filosofía ha sido una constante en mi vida, impulsándome a desafiar constantemente a mí misma y a los demás. A lo largo del tiempo, he descubierto que nunca conocemos el límite de nuestras capacidades, y al enfrentar nuevos desafíos, desarrollamos las habilidades necesarias para seguir avanzando.
Durante mi experiencia universitaria, disfruté de una formación integral que abarcó desde ramos de filosofía y ética hasta tecnología y hasta incluso un curso de Tai Chi. Estas experiencias enriquecieron mi perspectiva y me brindaron ventanas de oportunidad para explorar distintos campos del conocimiento. La universidad, con su oferta de extensión, investigación y voluntariado, proporcionó una mirada amplia que no solo se centraba en lo académico sino también en lo social y en la conexión con otras realidades.
Hoy en día, como parte de mi rol profesional, aprecio la visión completa que obtuve en la universidad, permitiéndome comprender y abordar asuntos que van más allá de las dimensiones económicas, como las sociales y ambientales. La conciencia sobre la importancia de medir y realizar proyectos con un propósito claro ha sido fundamental en mi desarrollo profesional.
Ser la primera mujer en incorporarse al comité de presidencia de la compañía, con 130 años de historia, fue impactante. Este hecho resalta la importancia de la inclusión y el empoderamiento de las mujeres en roles de toma de decisiones. Además, señalo la relevancia de la gratuidad y la inclusión en la educación superior, ya que empoderar a las mujeres tiene un impacto significativo en la economía y las futuras generaciones.
Santo Tomás, más que facilitar las cosas, brinda oportunidades para que, con esfuerzo, los estudiantes puedan superarse. La universidad tiene un papel vital en la formación de profesionales integrales, capaces de abordar los desafíos del mundo actual y contribuir al desarrollo sostenible. Considero que el aporte de Santo Tomás consiste en dar posibilidades y acceso para que las personas descubran y desarrollen sus potenciales, impactando positivamente en la sociedad. La inclusión y el apoyo permanente son aspectos fundamentales de la experiencia en Santo Tomás, entendiendo que cada logro se construye con esfuerzo y dedicación.