Fui testigo y actor clave en el proceso de transformación de Santo Tomás durante varias etapas cruciales de su evolución. Mi trayectoria comenzó como vicerector académico del IPCFT, luego asumí la misma posición para las tres instituciones, incluida la universidad. En los últimos cuatro años, desempeñé el rol de decano de la recién creada Facultad de Ingeniería.
Mi ingreso coincidió con el inicio del trabajo en la autonomía del IP, un proyecto ambicioso que lideré exitosamente, obteniendo la autonomía tanto para el IP como para el CFT. Paralelamente, la universidad también alcanzó su autonomía, marcando el comienzo de los procesos de acreditación. Mi responsabilidad abarcó todo el proceso de acreditación desde el 2004, abordando la formalización de normativas, reglamentos académicos y aseguramiento de la calidad.
El reto más significativo fue homologar y elevar los estándares en todas las sedes, asegurando una educación de calidad y condiciones similares en cada ubicación. Este proceso demandó una considerable inversión de tiempo, esfuerzo y recursos económicos para alinear la institución en todas sus dimensiones.
Mi tiempo como vicerector académico hasta el 2012 o 2013 fue testigo de un cambio radical en la institución. Como gerente de informática en una gran empresa global, mi transición a trabajar más de cerca con estudiantes en la academia fue enriquecedora y satisfactoria. Contribuir al enriquecimiento de la vida de los estudiantes a través de la educación fue gratificante.
Posteriormente, asumí el cargo de vicerector de planificación y desarrollo, donde lideré la creación de numerosas carreras, especialmente en el ámbito de la salud. La creación de la Facultad de Ingeniería, aunque llegó un poco tarde, completó la oferta académica de la institución.
La obtención de la acreditación fue un logro especial, marcando un hito significativo en la institución y generando un sentimiento de unidad y logro entre todos los miembros de la comunidad educativa. El proceso, que abarcó varios años, se tradujo en un cambio importante en la institución.
Logré ser parte de un proyecto común para mejorar las condiciones de vida de miles de estudiantes. La sensación de ser reconocido por el compromiso, la seriedad y el sello de responsabilidad de nuestros egresados fue un testimonio de la identidad única de Santo Tomás en el ámbito educativo.
En la evaluación de los empleadores y en las encuestas, se destacaba un cierto sello de responsabilidad y seriedad en los egresados de Santo Tomás. Hubo siempre un interés constante en promover valores, una visión más amplia de desarrollo personal y una educación centrada en la humanización y el desarrollo integral de la persona, que sigue siendo el núcleo de la identidad de Santo Tomás desde sus inicios con Gerardo Rocha.